NUNCA DEBEMOS OLVIDAR
La libertad, la
justicia y la paz se encuentran entre las más elevadas aspiraciones de la
humanidad. Para hacer realidad estas aspiraciones es necesario
reconocer y nunca olvidar que los derechos y la dignidad son iguales para todos
los seres humanos.
Recuerdo hace
unos años el viaje que realice a la Marcha de la Vida, visitamos algunos campos
de exterminio, entre ellos Treblinka, Majdanek y Auschwitz, caminar por esos
sitios en los cuales tantas y tantas personas fueron humilladas, maltratadas,
despojadas de todos sus bienes y alejadas de sus hogares, de sus familias, para
finalmente asesinarlas de las maneras más crueles y diversas.
Me hizo
preguntar mil veces, como es posible que miembros de la humanidad creyeran de
verdad que lo mejor que podía hacerse con alguna población era asesinarla,
exterminarla, llevarla a su desaparición? quitarle el derecho a la vida?, su
dignidad?.
Cuando la
dignidad humana queda en el olvido, cuando se cree que esta no es igual para
todos, entonces es posible realizar actos crueles de persecución
contra el diferente a quien no le reconozco su humanidad y sin embargo es
idéntica a la mía.
Porque en el
olvido de la dignidad de las personas se gestan genocidios, persecuciones y
dolor humano.
Nunca debemos
olvidar que la dignidad humana no es otorgada por nadie, no es facultad que se
ejerce porque otro la concede, la dignidad y el derecho a la vida la posee
la persona y nadie puede arrebatársela.
Ahora debemos
vivir nuestro presente con el recuerdo significativo del pasado y con una gran
capacidad crítica ante el futuro.
En nuestro
interior mantenemos el recuerdo de las vidas y muertes de seis millones de judíos
que fueron asesinados por los nazis.
Queremos ser
dignos de la responsabilidad que nos fue conferida, de conservar la continuidad
de nuestro pueblo.